lunes, 30 de noviembre de 2020

Inmaculada del Coro “la Niña” (1668-69) de Murillo. Museo de Sevilla.


Óleo sobre lienzo -190 x 160 cm.
Origen: Convento de Capuchinos (Sevilla)

Está inspirada en una joven doncella, de ahí su nombre "La Niña", con las manos cruzadas sobre el corazón y la mirada en alto. A sus pies aparecen la luna, unas nubes y una multitud de ángeles que la llevan hacia arriba, mientras en la parte superior otro grupo de ángeles revolotean alegremente.

Se expone actualmente en el Museo Provincial de Bellas Artes de Sevilla, en la que fue iglesia del Convento de la Merced.

Que yo sepa Murillo pintó diecinueve veces este tema. ¿Y porqué tantas? Porque se las encargaban. Tiene seguramente mucho que ver con la pasión con que vivió Sevilla la historia del dogma inmaculista.

He escogido la Inmaculada Niña porque es la que más me gusta de las que hay en el Museo de Sevilla.

En el Museo de Sevilla hay otras tres:

  • hay una más famosa (la imagen está más abajo) que llaman la Colosal  porque es la más grande.
  • y esta otra muy bonita pintada sobre una chapa de cobre octogonal bastante pequeña. 

 La tercera es esta en la que aparece arriba Dios padre. No es tanto de mi gusto.


Análisis iconográfico 

(descripción del cuadro)

En la parte de abajo hay un revuelo de angelitos bebés en una nube que se colocan estratégicamente moviendo sus alas alrededor de los pies de la virgen Los pies de la virgen no se ven. Los niños son guapísimos, regordetes y con la cara fina y la piel blanca. 

Uno de ellos nos mira con unas rosas en las manos y nos sirve de anfitrión, es el personaje que te invita a entrar en el cuadro, los otros, uno carga con una hoja de palma, otro con un espejo, otro más arriba con unas azucenas blancas, estos atributos son símbolos de las Letanías.


Este es el niño número 1

Arriba hay otros cuantos, todos ellos desnudos, con sus preciosos cuerpecitos en distintas posiciones.

Hacer los dibujos de esos niños debió ser difícil, pensando en lo complicado que puede resultar que un niño tan pequeño pose para una foto, cuando más para un cuadro.

Para mi que se basó en solo dos modelos, o sea dos niños o niñas, uno con la cara más gordita y otro de rostro finito y que a mi se me parece a la virgen por lo que seguramente era un niño del entorno familiar. 

Núm. 1

Número 2

Número 2. Retratado dos veces él mismo junto a sí.

Los escorzos son totales, de muchos de ellos vemos la planta de los pies. Es difícil dejar a un niño en una posición compleja para dibujarlo y aunque en esta época usaban la cámara oscura y Murillo por supuesto la usaba, para hacer un dibujo así hay que tener mucha destreza y velocidad. 


Murillo no copiaba estas figuras de libros, como se acostumbraba en la época, sino que era un creativo. Digamos que él creó esta manera de representar a los amorcillos o angelitos bebé. Aunque sí se copió a sí mismo, porque años después repite los mismos niños, en la Inmaculada del Escorial por ejemplo, que aparentan tener la misma edad aunque como es lógico habrían crecido,

Inmaculada del Escorial.

y también los retrata más mayorcitos como en la Inmaculada Colosal en la que aparecen con unos añitos más (para mi que son los mismos niños).

Inmaculada colosal. Museo de BBAA de Sevilla.

Este es el niño número 1 un poquito mayor.

Y este el número 2

La aportación de Murillo

La virgen está sobre la luna y sus pies van escondidos por la nebulosa de la nube va vestida con una túnica azul y una capa blanca que se agita con el viento esta es una de las principales innovaciones de Murillo al representar a la Inmaculada

Se basó en la Historia de Santa Beatriz de Silva (1437- 1492), dama de la corte de Isabel de Portugal (esposa de Juan II de Castilla). La reina, celosa porque creía que su marido miraba a Beatriz con deseo, la encerró durante días en un baúl a cal y canto. Allí, se le apareció la Virgen para decirle que todo saldría bien, y que cuando saliera fundara una orden (las Concepcionistas). Beatriz contaría que la Virgen se le había aparecido con túnica blanca y manto azul, como luego vestirían las monjas concepcionistas


las manos se recogen sobre el pecho en actitud de pudor, como llevan las colegialas la carpeta cuando salen del colegio. El rostro es casi infantil y el pelo moreno, largo y agraciado le cae sobre los hombros, su mirada se eleva hacia arriba. Y arriba no hay nada más, se acaba el cuadro.



El fondo es una potente luz amarillenta. Representa a la virgen en pleno ascenso al cielo. De la lectura del Apocalipsis toma solo la luna bajo sus pies y, para representar aquello de que iba ‘vestida de sol’.

¿Antes de Murillo no se representaba así?

No, si ves las inmediatamente anteriores como las de Velázquez o Pacheco (más abajo están las dos imágenes) van vestidas con túnicas de tonos marrones, incluso capa negra, otras con tejidos estampados… Además las de Murillo no llevan ninguna joya ni adornos mundanos, prescindiendo de la corona de estrellas que sí usaron Pacheco y Velázquez. 

Inmaculada con Miguel Cid. Francisco Pacheco. Museo de BBAA Sevilla.

Inmaculada. Diego Velázquez. National Gallery Londres.

Mi aportación

Mi aportación es que si analizamos la estructura del cuadro se pueden trazar varias espirales ascendentes, o hélices:

  • una línea espiral la forman los angelitos que rodean a la virgen al mismo tiempo que ascienden.
  • otra es la pose de la propia inmaculada a la que podríamos trazar dos líneas espirales que parten de ambas pantorrillas, pasa por detrás de las caderas, aparecen por detrás de los hombros y terminan en el cuello y la cabeza que se giran hacia la derecha. 


Es como un muelle. Es la columna salomónica barroca. La virgen asciende dando vueltas su cuerpo como un torbellino de aire. El hecho de que no se le vean los pies y que mire hacia arriba aumenta esa sensación de ascensión. 

La hija sorda y monja de Murillo

Corre desde siempre la idea de que Murillo tomó para algunas de sus Inmaculadas rostros conocidos. Yo mismo lo he escrito más arriba. 

Pero dentro de esas teorías, debemos detenernos en las Inmaculadas llamadas ‘de Walpole’ (Hermitage de San Petersburgo) y ‘del Coro o niña’ (Museo de Bellas Artes de Sevilla).

Aunque puede resultar a simple vista sensato decir que ambas tienen el mismo rostro, Santiago Montoto se atrevía en los años 20 a decir que ambas tuvieron como modelo a la hija de Murillo, Francisca María. La última de sus hijas, que dicen que era sorda de nacimiento, entró en el convento de Madre de Dios como monja, y decían que la añoranza del pintor de su hija fue lo que propició que le pusiera su rostro a estas dos representaciones de la Inmaculada Concepción. Yo no me lo creo, lo pintó con una modelo por delante, nada de añoranzas.

Yo no sé si era su hija, pero estoy seguro de que de un cuadro sacó el otro, o sea que la cabeza es la misma. Las manos son pequeñas en la del Hermitage, como si correspondieran a otra persona. Los angelitos también son los mismos modelos.   

Inmaculada del Hermitage de San Petersburgo

Hay otras Inmaculadas importantes en Sevilla

"La Cieguecita" de Martínez Montañés que se encuentra en la Catedral de Sevilla. Con esta imagen me sucedió a mi algo digno de contar. La restauraron en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla cuando yo estudiaba allí. La descargaron de un camión pequeño en la entrada de dicho edificio y había que trasladarla a los talleres de restauración que por aquel entonces estaban en la misma planta baja del edificio. A mi me tocó cargar con esta imagen, junto con varios compañeros y transportarla a dicho taller. Pesaba bastante para lo pequeña que era y había que bajarla del camioncito a una carretilla plana que habían puesto en el suelo; prácticamente me vi abrazado a ella como el que abraza a una madre y la volqué un poco hacia adelante, mientras que otros compañeros la cogían por la peana para levantarla en peso entre todos; tuve un sensación muy rara por el miedo a estropearla, pero el profesor que dirigía la operación, me incitó a hacerlo así, diciendo que si la agarrábamos con unas cinchas y la colgábamos se podía romper mucho más que con mi abrazo. Yo llevaba una sudadera amarilla que se me llenó de hollín. Ese hollín lo mismo lo dejó ahí Martinez Montañés pensé entonces. Hubo que lavarla y ya está. Las cosas que tiene el arte.

"La Cieguecita" de Martínez Montañés

A mi en particular me gusta muchísimo la pequeña imagen de la Inmaculada que hay en una capillita en el Postigo del Aceite. Es la imagen titular de la Hermandad que llamamos la Pura y Limpia, y que procesiona el día 8 de diciembre.
 
Seguramente es de Duque Cornejo, un gran imaginero del siglo XVII

Y también la de Collault Valera, que imita a Murillo descaradamente, es la Inmaculada que hay en la Plaza del Triunfo. 


Está ahí desde 1918 por una donación que hicieron miles de sevillanos para pagarla y que dirigió un jovencito sacerdote llamado José Sebastián de Bandarán y es tradición que las tunas le canten en la noche del 7 al 8. Este año no va a poder ser por el problema de la pandemia, pero yo sé de buena tinta que los Tunos viejos y jóvenes de Sevilla le van a cantar desde sus casas, especialmente la Tuna de Peritos a la que también creó este mismo sacerdote para que cantasen a la Inmaculada en 1959 y que este, por segunda vez en 61 años no va a poder hacerlo con todo el dolor de su corazón. ¡Qué se le va a hacer!

No hay comentarios:

Publicar un comentario