A los cuarenta y cinco años aproximadamente entró en el "Creative Growth Art Center" de Oakland, California. Durante unos dos años Judith pasaba el día allí sin hacer prácticamente nada, ojeando siempre unas revistas de moda y muebles que llevaba consigo a todas partes. Entonces la artista Sylvia Seventy fue contratada por esta escuela como profesora e hicieron amistad; de esa amistad surgió su interés por la escultura, y a modo de terapia comenzó a hacer trabajos artísticos. La profesora cesó en su cargo y la artista Judith Scott conmenzó su andadura. Libre e independiente.
El Creative Growth Art Center es una institución artística, no es un centro de terapia. ¡Genial!
El Creative Growth Art Center es una institución artística, no es un centro de terapia. ¡Genial!
Ella no hablaba con nadie para percibir impresiones, ni leía libros de historia del arte, por lo que su obra desde el principio fue una creación totalmente personal.
Recogía cosas que envolvía con hilos de lana, cables y cualquier otra cosa que sirviera para amarrar. Los objetos quedan dentro encerrados como las presas de una araña.
John MacGregor, psicólogo e historiador de arte escribió en 1999 "Metamorphosis: The fiber Art of Judith Scott", y ahí empezó su carrera hacia la fama, que no hacia el éxito, pues el éxito ya lo había alcanzado con solo hacer lo que hacía.
Judith sabía, aunque no pudiera decirlo, que la gente la trataba como a una artista, y respetaba su obra. De hecho se vestía como tal. Se guapeaba con un atuendo friqui de sombreros y pañuelos superpuestos.
Yo he conocido a Judith gracias a que mi mujer me recomendó ver un documental que habían puesto por la dos. La directora del documental era una tal Lola Barrera, y el productor Julio Medem (al ver el nombre de Julio Medem pensé que no me iba a gustar), pero aún así lo vi. Desde el principio me cautivó porque rebosa ternura. Al final de esta entrada del blog, he colocado un vídeo de youtube que reproduce un poco de este film.
Judith se basa en el mundo que le rodea, da vueltas en torno a las personas, a la actividad, y a los objetos que maneja. Los materiales que usa se convierten también en arte. En esta obra vemos como los carretes que contienen los hilos con que trabaja, también se integran en una obra. Forman parte de su expresividad porque conviven con la artista. Es lo mismo que sucede a los bailarines con sus zapatos, a los guitarristas con sus uñas, a los cocineros con sus cuchillos; que los aman y los respetan.
Al final del documental se ve una exposición de sus obras y de otros compañeros suyos de la escuela de arte, esto es lo que más me gusta, porque me ayuda a comprender su éxito.
Los encargados de la escuela son personas que están dentro de los circuitos y mecanismos de funcionamiento del mundo del arte. Ellos organizan las exposiciones, y presentan las obras de una manera indiscutible.
Foto: Flickr Lic CC. de: Intuit: The Center for Intuitive and Outsider Art |
Su escultura motiva al espectador a la curiosidad y el voyeurismo. Los espectadores se afanan metiendo la vista en los intersticios de los hilos para adivinar que contiene esa escultura, con qué se alimenta esa gran y hermosa maraña de cuerda e hilo. Yo no sé si Judith Scott era consciente de su interacción con el público, no lo creo.
Sus obras se cotizan, lo que no quiere decir que ella se haya hecho rica. Ningún artista se hace rico, pues si una obra vale 10.000 €, ella no ve más de 2000€. No es paralelo el hecho de que una obra valga mucho dinero a que dicho artista gane mucho. Salvo raras excepciones, todos somos (me incluyo) unos tiesos.
Lo que no he dicho hasta ahora es que era sordomuda y tenía síndrome Down. Que pasó 30 años en un centro recluida en el que nadie se dio cuenta de que era sorda y por eso no aprendía. Su hermana Joyce (gemela de ella), la rescató de allí a los 40 años de edad. Durante la grabación del documental, Judith murió. Pero no solo queda su obra...
Hay otros grandes artistas en esta escuela de Oackland, a mi en particular me gusta la obra de Dan Miller, un autista que traza líneas que se repiten una y otra vez, una sobre otra, en ellas intento adivinar textos. Lo he visto trabajar en el vídeo, es constante y bailón como Jackson Pollock; sus obras son hermosas aliteraciones.
El arte que hacen personas discapacitadas psiquicas, lo llaman Art Brut, que viene del término latino "bruto", a mi no me gusta que lo llamen así, esto es clasista.
Yo ya lo sabía, pero después de todo esto, ¿no habría que pensar que el componente intelectual del Arte no es más que una vertiente? Lo digo para, a lo mejor, conseguir que algún integrista militante del Arte contemporáneo, se dé cuenta de que no hay Arte Contemporáneo, sino pobres artistas contemporáneos y ricos vendedores de arte. Aunque seguramente no conseguiré nada pues como dice el refrán: no está hecha la miel...
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Postdata: Me encanta trabajar la curiosidad de las personas, es una temática que he utilizado en un poema visual tridimensional que repito ya por tres veces con distinto contenido, pero el mismo principio. Las personas somos así, no podemos evitar mirar por el ojo de una cerradura, nos encanta saber. Aquí os presento mi obra: "El secreto. La solución."
Es una obra que creo y destruyo cuando termina la exposición. Esta esta es la última versión. La presenté en Madrid, en mi exposición del Ateneo (2010), y con ligeras variantes en Arhuda dos Vinhos en Lisboa (2011). Los materiales son: lámpara, papel, collage, cristal y madera.
El texto que tiene escrito, resumidamente dice: Contiene la solución a la crisis. Y lo que lleva dentro es de difícil acceso. Una vez que se accede, la solución es un balón de fútbol. Todo lo queremos arreglar con fútbol. El fútbol vuelve tontas a las personas, y a mi el primero. Es un placebo. En esta pieza juego con el voyeurismo que tenemos todos. No se puede remediar, queremos saber qué pasa. Es una provocación al espectador.
En estas dos imágenes se ven las ventanitas por la que los espectadores se asoman, y el texto que transparenta cuando la luz se enciende.
En estas dos imágenes se ven las tripas de la lámpara, con la pantalla de papel levantada, y en una vista cenital en la que se ve el balón de cristal.
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